A veces heredamos una empresa, un proyecto o una contabilidad que parece un árbol torcido. Las cosas no se hicieron bien, las decisiones no fueron las mejores, o simplemente el tiempo pasó sin corregir. Ante eso, hay dos tipos de personas: las que se quejan y las que enderezan. Un árbol torcido no se endereza solo. Necesita un soporte firme, constancia y decisión. Y eso, en los negocios, significa corregir con valentía, no justificar lo que está mal
Nada cambia mientras se niega. Aceptar que algo está torcido no es un signo de debilidad, sino de madurez. Solo quien ve el problema completo puede empezar a solucionarlo.
Muchos justifican lo que encuentran mal hecho. Pero justificar no corrige, solo prolonga el daño. La diferencia entre un líder y un simple administrador está en actuar.
LOS ERRORES NO SE TAPAN, SE ENFRENTAN
Corregir en silencio puede ser abrumador. Buscar ayuda, pedir opinión o apoyarse en expertos —como contadores, asesores o socios— acelera el proceso y lo fortalece.
Un árbol se endereza con una estructura firme; en una empresa, esa estructura es el orden, los procesos y la disciplina. No basta con buena voluntad, hay que crear bases sólidas.
Cualquiera puede quejarse de lo que recibió. Pero solo los titanes lo transforman. Son quienes convierten un error en oportunidad, y un mal comienzo en una gran historia.
Conclusión
Si te tocó un árbol torcido, no te lamentes. Ponle soporte, tiempo y decisión. Las empresas —como los árboles— crecen hacia donde las guía la firmeza de quien las cuida. Y los titanes no heredan problemas: los corrigen.