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NO SIEMPRE EL CLIENTE TIENE LA RAZÓN

Durante años se ha repetido la frase: “El cliente siempre tiene la razón”. Y aunque puede funcionar en ventas, no siempre aplica en la contabilidad.

Porque el contador no solo está para complacer, sino para proteger. Y muchas veces, quien hace la petición —el gerente, el socio, el jefe de compras— no tiene toda la información ni ve las consecuencias a futuro. En esos momentos, ser contador no es seguir instrucciones.

Es tener el carácter y el criterio para decir: “esto no conviene”, “esto no es viable”, o simplemente: “esto no se puede hacer así”. Porque no hay empresa sana si el contador no se respeta. Ni decisiones buenas si el análisis financiero no es escuchado.

Cliente mujer manejando una computadora y sonriendo

1. El contador no es un asistente: es un guardián

A veces el gerente pide un pago urgente, el de compras solicita una compra sin fondos, o alguien quiere mover una factura sin soporte.

Y todos esperan que el contador diga que sí.

Pero el contador no está para dar gusto: está para cuidar la empresa. Su verdadero rol es ser la conciencia financiera, aunque eso implique incomodar.

PERSONALIDAD

2. Decir “no” también es servir

Muchos contadores temen decir “no” porque creen que están fallando en el servicio.
Pero un buen servicio no es obedecer, sino prevenir errores graves.
Un “no” bien explicado, con argumentos técnicos y visión de riesgo, vale más que diez “sí” que terminan en problemas fiscales o financieros.
Qenta le permite tener datos claros y argumentos sólidos para respaldar sus decisiones.

3. No todos los clientes internos entienden de contabilidad.

Explique sin miedo.

Es normal que un jefe comercial no entienda de retenciones. O que el gerente no vea el impacto de una mala conciliación.

Por eso, el contador debe aprender a traducir su conocimiento en palabras simples, sin perder firmeza. Si usted se queda callado por miedo, su interlocutor seguirá tomando decisiones mal informadas. Con Qenta, tiene los datos al día y presentados de forma clara para poder hablar con autoridad.

 

4. Ceder siempre desgasta la relación

Cuando el contador accede a todo, a la larga pierde respeto. Los demás lo ven como un tramitador, no como un profesional clave.

En cambio, cuando usted se mantiene firme, pero empático, su palabra empieza a tener peso.

Recuerde: los mejores contadores no son los que complacen, sino los que orientan.

 

Hombre trabajando desde su computadora

 

5. El respeto profesional se construye con datos, no con opiniones

La mejor defensa ante una solicitud irracional no es el enojo ni la evasiva. Es mostrar los números. Decir: “Aquí está el flujo de caja.

Si hacemos este gasto hoy, no podremos pagar la nómina”  O: “Este cliente tiene mora de 90 días. Si le damos más crédito, asumimos un riesgo innecesario”. Con Qenta, tiene la información en tiempo real para argumentar con hechos.
Y eso cambia el tono de cualquier conversación.
SI ESTÁ SEGURO SOSTENGALO

Conclusión

No siempre el cliente tiene la razón.
Y en el caso del contador, esa frase puede ser peligrosa si lo obliga a actuar contra su criterio o a avalar decisiones que comprometen la salud financiera de la empresa.

Usted no está solo. Tiene herramientas. Tiene datos. Y sobre todo, tiene un rol fundamental.
El respeto no se impone, se construye.
Y se construye cada vez que usted actúa con firmeza, con argumentos, y con visión.

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